Cuando las empresas occidentales se enfrentan al reto de instalarse en China y entrar en el mercado oriental, deben analizar detalladamente no solo las características propias del mercado en el que se va desarrollar la acción, sino también las singularidades de la sociedad en la que va a discurrir su andadura. Más allá de la competencia, el posicionamiento de sus productos o servicios o el tipo de consumidores, deben evaluar exhaustivamente los rasgos culturales del país de destino, así como las tendencias locales, los intereses de los trabajadores o la política y la burocracia necesarias para desarrollar su actividad empresarial con éxito, entre otros aspectos . . . . . . . . .

Desde el punto de vista empresarial la UE es la región por antonomasia, en cuanto asociación de países con intereses comunes en el mundo.

La pertenencia y condiciones se encuentran claramente definidas y aporta un número de mecanismos cada vez más favorables con objetivo de incrementar la integración. Con la adopción del € por la mayoría de estados en 2002, alcanzamos un nivel más elevado de integración, aunque recientemente hemos podido observar el elevado grado de asincronia creada por la incorporación de los países del Este, que se encuentran alejados de la “identidad” y uniformidad europea deseable.
 
En algunos casos, como Rumanía y Bulgaria, se les observa todavía alejados y sin evolución alguna, hacia los estándares medios de la UE, con escasa integración, no ya económica sino de estilos y nivel de vida de sus ciudadanos, que algunos de ellos todavía se encuentran rememorando su pasado comunista.

El reciente conflicto de Ucrania, dónde la UE ha tratado de integrar al país por encima de toda reflexión racional acerca del interés que pudieran tener las pymes y los trabajadores europeos. Un  país que se encontraba unido y vinculado tradicionalmente, en todos los niveles a la República Rusa, al que le unían más aspectos estratégicos que discordancias.

La intromisión y desafío europeo a la República Rusa con las negociaciones de adhesión de Ucrania hacía presagiar conflictos, pero a pesar de ello se tomó la decisión, sin contar con  los perjuicios que se pudieran generar, no solo a ciudadanos y empresas europeas, sino  a Ucrania. Una vez más, Europa ha activado un conflicto internacional, en plena crisis económica europea, cuando los beneficios para Europa por tal adhesión eran mas que cuestionables.

Con la ayuda de la decisión de los ucranianos, se desencadenó una conflicto armado con más de 8.000 fallecidos y 9000 heridos, un país desmembrado y conflictos ciudadanos difícilmente resolubles en la próxima generación.

En términos económicos, indica Christine Lagarde, Directora Gerente del FMI, que Ucrania habrá recibido de Occidente, 40.000 millones de dólares, con las aportaciones de la UE, Estados Unidos y Organismos Internacionales,  aceptando que no podrán ser recuperadas en su totalidad. Mientras que la Republica rusa reclama el pago de los créditos concedidos a Ucrania y amenaza con cortar indefinidamente el suministro de gas, el país vive exclusivamente de las ayudas occidentales. . . . . . .

La Reactividad del Proceso de Internacionalización de la Empresa Española

Las empresas españolas ya entendieron con la entrada de España en la CEE, que el mercado nacional no era del dominio exclusivo de las empresas locales y fueron sometidas a un intenso ataque de competidores extranjeros.

Dicha situación implicó que las empresas tomaran iniciativas estratégicas de carácter reactivo. Tales iniciativas aportaron, entre otras características, mejoras en la competitividad, que favoreció tanto sus operaciones en el mercado nacional como en la aproximación a nuevos mercados internacionales.

Los principales mercados internacionales del momento se concentraban en los nuevos socios de España que, hasta la fecha de hoy siguen siendo los principales destinos de las exportaciones españolas. En 2013, el 57,1 % de la exportación española se ha dirigido a la zona-euro, y el 18,1 % al resto de Europa, mientras que otros destinos los han protagonizado Asia con un 10,4 %, África con un 8,2 %, América del Norte con un 4,9 % y el resto de América un 0,1 %.

Las iniciativas de cambio de estructura de la Empresa española, eran referidas a aspectos básicos como la creación de un Departamento de Exportación, disponibilidad de material en idiomas extranjeros, asistencias a Ferias internacionales, obtención de capacidades y habilidades para gestión de divisas, logística internacional, sistemas y certificaciones de calidad, etc. Todos ellos elementos que posibilitaron el acceso a nuevos mercados con ligeras modificaciones de la estructura de empresa e incorporando habilidades que, además de permitir el acceso a los nuevos mercados, producían un efecto enriquecedor y carácter innovador en la propia gestión de las empresas.

La proximidad geográfica a los nuevos mercados, con la facilidad de desplazamientos y logística y el gran avance, con la implantación de la moneda única, han sido factores que han condicionado el modo de entrada y grado de compromiso de la Empresa Española con sus principales mercados de destino.